29 agosto 2014

Piratas de India según Marco Polo.

El explorador Marco Polo habla en su tercer libro de los reinos de la India, y en tres de sus capítulos hace referencia a los pueblos que se dedicaban a la piratería por la zona:

En el reino de Elí existía un pueblo reducido que habitaba un terreno rico y aislado, situado cerca de la gran desembocadura de un río fértil. Esta gran desembocadura suponía además el único gran puerto natural del que el reino gozaba. Cuando un navío viajaba hasta dicha tierra, los habitantes lo agasajan y protegen con mucha hospitalidad, pero si solo se detiene en escala a otro lugar, los nativos suben a bordo y toman cuanto quieren con el pretexto de que su Dios y su buena fortuna querían que los extranjeros llegaran y les hicieran a ellos los nuevos dueños de sus bienes.

En el reino de Tana, los navegantes actuaban como corsarios con una extraña política: Se podían guardar para sí todo el oro, la plata y las joyas, pero cualquier caballo que encontrasen a bordo debía ser entregado al rey en persona. El motivo de esto, era el gran comercio de caballos que había en esa región de la India.

Más peligrosos eran los ciudadanos del reino de Malabar, pues cada verano surgían de allí con cien bajeles dispuestos a piratear abiertamente. Llevaban consigo a sus mujeres y niños y formaban grupos de treinta o veinte velas alejadas cinco o seis millas de forma que cada veinte barcos llegaran a abarcar un radio de 100 millas. Al avistar un mercante prendían una señal de fuego y se reunían en escuadras para asaltarlo juntos. No obstante, los comerciantes acabaron escarmentando y aprendiendo de sus errores, así que decidieron viajar en convoyes de veinte navíos con los que resistir los ataques piratas, cosa que lograron varias veces. Cuando los piratas se apoderaban de una nave, respetaban la vida y la libertad de los mercaderes, dejándolos en la costa sin barco ni mercancías. La razón de esto era que así podrían volver a su tierra y rehacer su fortuna, obteniendo nuevos bienes que ellos en un futuro podrían volver a robar.

Los más temibles de todos eran los piratas de Gojurat (Goa), una tierra que en aquellos tiempos tenía fama de albergar a ladrones. Seguían la misma estrategia que sus vecinos de Malabar, pero careciendo por completo de su compasión interesada. Al apresar a los mercaderes les retenían para obtener de ellos rescates y si éstos tardaban empezaban a torturarles de forma brutal, matando en muchas ocasiones al prisionero. Por si los presos se tragaban sus joyas, les hacían digerir una droga mezclada con agua de mar llamada "Tamarindo" que les soltaba las tripas. Así podían rebuscar entre las heces joyas ocultas.


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