"Muchas noches, ya navegando para el punto elegido para comenzar sus piráticos designios, y en particular aquellas en que el cielo encapotado por densas nubes, surcadas por mil exhalaciones, lo envolvía todo en la más negra oscuridad, veíasele al rojizo resplandor de los relámpagos, de pie encima del castillo, inmóvil como una cariátide de granito, con los brazos cruzados sobre el pecho, el cabello en desorden, la cabeza erguida y la mirada fija en el firmamento, desafiando audaz la cólera divina, de la misma manera que menospreciaba la furia del embravecido elemento que le cubría a intervalos acompasados con sus espumosas olas. Si en aquel instante acontecía que sus ojos se encontraban con los de algún marinero, de aquellos que no había podido atraer a sus miras, ciertamente que éste daría a huir presuroso y lleno de superstición hacia popa, mostrando la señal de la cruz y jurando a todos sus compañeros que había visto al demonio salir por la serviola y pasearse por toda la extensión del bauprés."
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